Ecuador 1976
Integrante – fundadora del grupo literario Re-verso
Estudió de Comunicación Social- Universidad Católica – de Guayaquil.
Actualmente estudia Literatura en
Ha publicado el poemario CONCUPISCENCIA
EL HIJO
Vago a prisa, sedienta, mutilada,
buscando, indagando , o despojando
los residuos del amor, la espada
que destrozó mis alas, no sé cuando.
Lo descubro y me detengo a respirar.
No hago caso, conduzco y acelero,
pues la vida se rompió cual un cristal
y cargando hoy estocadas, solo espero.
La parca abre su manto, su mortaja,
obra infalible que del cielo baja
y se esparce sonriendo sin cuidado.
Y del amor, semilla que germina,
que endulza, que lacera o que lastima
solo queda el fruto más preciado.
BOTONES
Tu cuerpo incandescente me persigue
como perro a la espalda de mi abismo,
pero solo es el fantasma de tu carne
que devoré a prisa cantando con cinismo.
Adherido estás, adherido indiferente,
¿que será de las tardes sin recato?
tardes de concupiscencia y disparate
tardes rojas, tardes de arrebato.
Solo quedan guardados los botones
en la caja azul de hechicería,
y desde entonces, tu foto sin la mía,
me sonríe y me ladra todavía.
CENIZAS
Quemo las botas,
el abrigo, la camisa.
Guardando entre cristales
tus locuras
para llevarlas hasta el mar
con la premura
con que habitaste mi piel
sobre la arena.
Hacia el mar tus desvaríos,
dejo…corro…
Para borrar las huellas,
para borrar las risas,
para ahogar palabras
de ese rojo verano
cuando cargados de sudor
nos invadía la prisa.
Cuantas veces la mujer del miércoles
desdobla el rostro,
lava sus pies
y camina sobre sus palabras.
Cuantas veces recorre los mismos caminos,
transita las mismas calles,
ve los mismos semáforos,
observa los mismos mendigos,
sube las mismas nubes,
busca la misma cama.
Cuantas veces la mujer del miércoles
busca la boca de su amante,
se estremece entre sus brazos,
grita de amor desesperada
y llora entre silencios sus palabras.
Cuantas veces la mujer del miércoles
quiere abandonar su pasión
renunciar a su tortura
olvidar sus sueños
y seguir atada.
Cuantas veces ríe y canta
y otras tantas llora enamorada
cuantas veces la mujer del miércoles
tiene que amarrarse el alma,
vivir el delirio, la locura
y caminar sobre lo dicho,
caminar sobre sus palabras.
La tarde me huele a besos
al almizcle de tu aliento.
La tarde me huele a la tarde de la cita…
del beso apasionado
de aquella tarde….
Que cautos fuimos entonces,
pero más tarde…
tus brazos me estrujaron,
me levantaron al cielo
perdida entre tu cuerpo
extasiado entre mis piernas
ebria entre las sábanas
con tu lengua en mis costillas…
recuerdo que se hace tarde.
Y otra vez…
huyendo,
corriendo
en esas tardes,
vuelvo a lo inevítale
porque entre sabanas y besos
siempre…
siempre se hace tarde
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